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Novática 144 (Marzo-Abril 2000)

Sección: Sociedad de la Información / Personal y transferible
 

La Santa Inquisición

Antonio Vaquero
Universidad Complutense de Madrid

<vaquero@sip.ucm.es>
 

«La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede
y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres»
Miguel de Cervantes
D. Quijote de la Mancha
 

"Quien escupe al cielo, en su cara le cae»
Dicho popular mexicano-taraumara

Nota: este texto es la réplica al artículo «Las alarmas del profesor» publicado en el nº 143 (Enero–Febrero 2000) de esta revista como respuesta al artículo «La Lengua Española en el contexto informático», firmado por Antonio Vaquero y publicado en el nº 140 (Julio-Agosto 1999).
 
 

Escribí el artículo «La Lengua Española en el contexto informático» con la intención de llamar la atención sobre el tema de su título, ya que se estaba fraguando la constitución del grupo sobre «Lengua e Informática» de la ATI. Me parecía un momento oportuno y, por otra parte, no representaba un gran esfuerzo debido a mi doble condición de informático y profesor, lo que me ha hecho ir reflexionando sobre estas cosas a lo largo de muchos años.

La verdad es que no estoy descontento de la llamada de atención. Así mi artículo fue muy visitado no sólo en el servidor Web de la ATI sino también en otros sitios como barrapunto.com, donde fue ampliamente comentado, o la lista spanglish@eunet.es. En «barrapunto» fueron elogiosos muchos comentarios, pero hubo algunos con críticas, incluso uno totalmente descalificador. Esta respuesta vale también para esas críticas, que están contempladas en los comentarios vertidos en «Las alarmas del profesor», aunque estos son muchísimo más extensos.

En primer lugar gracias a todos, no sólo a los que mostraron acuerdo o elogio. Constato que el español es un tema que inquieta, como yo decía en mi artículo, en particular a los lingüistas, los más críticos sobre su contenido.

Los comentarios de «Las alarmas del profesor» podrían dividirse en dos clases: soliloquios y acusaciones. Cuantitativamente son muchos, demasiados, e inusitadamente extensos. En los soliloquios hacen muchas consideraciones que no vienen al caso. Intentaré responder en forma global, no pormenorizada, pero yendo al fondo y sin eludir ninguna acusación.

Me acusan mis críticos: «En el plañido del profesor Vaquero cunden los errores conceptuales, a la vez que los prejuicios, los clichés y los tópicos». Vamos a verlo.

Corrupción, cohesión y eficacia son los temas tabúes de mi artículo. Voy a tratarlos en ese orden.
 

1. Corrupción

No se debe hablar de corrupción, se me increpa. ¡Anatema! No tiene sentido lingüístico ese concepto. No lo voy a discutir. Pero tiene sentido común. No sé la relación que para mis críticos hay entre el sentido común y el sentido lingüístico.

Vamos a ver, ¿qué es el buen uso o el mal uso de una lengua? ¿Qué es correcto o incorrecto? ¿Se puede hablar de acciones incorrectas pero no de dichos incorrectos?.

Digamos que hay mucha gente que redacta mal y que habla peor, o a la inversa, o sea que usa incorrectamente el lenguaje. ¿He dicho alguna tontería? La cuestión es que la cantidad de esfuerzo necesario para entendernos es tanto mayor cuanto más incorrectamente se usa el lenguaje, sobre todo entre personas que son de diferentes grupos culturales. Pero el lenguaje se debe usar para facilitar la comunicación, no para dificultarla. Dicen mis comentaristas que «hay que dejar a la lengua en libertad». Creo que abusan de esta delicada palabra enarbolándola con generosidad y ligereza. Si la aplicación de esas ideas a las políticas educativas han conducido al estado de dominio de la lengua detectado en España a través de encuestas fiables, esa libertad mal entendida es absolutamente perniciosa. Desde luego «las alarmas del profesor» están más que justificadas.

Pero mi artículo no iba por ahí, ni mucho menos, sino sobre la informática en el lenguaje. Para mí la corrección terminológica es la adecuación de un término al concepto que quiere representar.

Un ejemplo, entre muchos, de incorrección debida a la «French Correction» (el entrecomillado es un ingenioso hallazgo de mis críticos por asociación cinéfila): del francés tableau, tabla y del inglés table, también tabla. Esa polisemia fue introducida por informáticos españoles que ya han rectificado. Reconocer los errores es de sabios. Sí, ya sabemos que la polisemia se puede desambiguar. Pero ¿para qué crear ambigüedades donde no las había cuando se puede ser preciso? Ahora unos toman prestada la palabra inglesa array, de la que deriva tableau, mientras que otros la traducimos por formación, una de cuyas acepciones convencionales cuadra perfectamente con el concepto técnico nuevo. En cambio los hispanohablantes americanos suelen usar arreglo, incorrectamente según la definición de corrección terminológica apuntada anteriormente.

«Corrupción en Miami» (otro hallazgo análogo al anterior), siguiendo el paso a mis críticos, es para mí, p.ej., traducir e.mail por emilio, en lugar de por mensaje, traspasando al español la transgresión semántica inglesa y dejando en nuestra hermosa lengua al mismo tiempo una clara muestra de nuestro más fino y sutil «ingenio» (el entrecomillado ahora es mío). Cuando en mi presencia algún académico ha salido en defensa del emilio, yo le he replicado contundentemente. Yo no sé de dónde sacan mis críticos la idea de que «el profesor Vaquero comete el error común de considerar a los académicos con competencia máxima para dirimir cuestiones lingüísticas». Tampoco a mis críticos se la concedo.

Me reafirmo. Para mí ésta es «La Norma»: cuando hay que decidir la adopción de un término que designe un concepto nuevo, tomar un préstamo de otra lengua o introducir un nuevo término, es necesario conocer tanto la lengua como la materia de que se habla y, además, reflexionar muy atinadamente todo el tiempo que haga falta. El caso ordenador/a versus computador/a, considerado extensamente en mi artículo, es un ejemplo terminológico de gramática histórica mostrado como paradigma de ese tipo de reflexiones, que son también muy saludables aun en el caso de términos muy extendidos, incluso aceptados, si no es obvia su adecuación conceptual.

Mis críticos denuncian que esas intenciones «promueven el miedo y la culpabilidad en los hablantes». Juzgue usted mismo, amable lector. Dicen: «Excluido del ámbito científico el criterio de corrección ... ». Pero estamos intentando hablar con precisión de informática, de cosas científicas. Precisamente es en el ámbito del lenguaje científico, del español en las ciencias, donde es un disparate excluir el criterio de corrección. Pero lo que quieren decir mis críticos es que el criterio de corrección en el uso del lenguaje en general no es un criterio científico. Si quieren criticarme, que comenten sobre lo que yo trato, no sobre lo que tratan ellos con la excusa de discutirme. ¿Está claro?
 

2. Cohesión

Corrección y cohesión son las premisas fundamentales de partida que yo considero necesarias para entendernos en informática con la mayor comodidad posible.

La cohesión es una cuestión de economía, entendida como principio básico de todo el pensamiento científico. Tampoco se debe tender a la cohesión, según mis críticos. ¡Anatema! Al contrario, se debe cultivar la variedad. Pero si yo no me meto con la riqueza de la diversidad de nuestro idioma. ¡Dios me valga! ¡Qué interpretación de mis intenciones!

¿Por qué mi preocupación por la cohesión al hablar de informática? La misma preocupación que los relojeros, los sastres o los arquitectos. Ni más ni menos. Los informáticos necesitamos para entendernos un mínimo de cohesión.

Según mis críticos en esta preocupación «aflora directamente una ideología de corte muy conservador». No sabía yo que los informáticos fuésemos todos de derechas de toda la vida.

Me asignan aseveraciones relacionadas con la cohesión que escriben ellos (menos mal que están publicadas), como «Si los hablantes de América dicen computadora y los de España ordenador ¿cómo nos vamos a entender? », para a renglón seguido poder acusarme: «Esta sandez no merece mayores comentarios». En efecto, esa sandez, inventada por ellos (al menos yo es la primera vez que la oigo) es, además, una mezquindad. Otra vez el intento de hacer su discurso saliéndose del mío y, de paso, insultándome. Muy científico y muy elegante. Sí señor.
 

3. Eficacia

Otro concepto denostado de mi artículo es el de eficacia aplicado a las lenguas. ¡Anatema! Dicen mis críticos (sin ningún rubor): «El profesor Vaquero se pregunta y se responde sin ningún rubor: ........ ». Respondo. Yo simplemente estoy de acuerdo con los estudios de Jespersen (1), cuyos resultados me merecen mucho crédito. Así que los «dardos» (estos sí que son dardos y no los de Lázaro Carreter, que también se lleva los suyos de rechazo en los comentarios de mis críticos) que me lanzan mis críticos yo los redirijo a ese gran lingüista (1860-1943). Sus intenciones descalificadoras quedan al descubierto cuando me atribuyen ideas de otros a sabiendas, ya que yo indicaba claramente las fuentes en mi artículo. Prevaricación se llama la figura jurídicamente. Pero vayamos al grano.

La eficacia de las lenguas es un concepto relacionado con los anteriores, sobre todo con la cohesión, que no es mío. Es de Jespersen, gramático muy respetado por los informáticos debido a que esa idea de eficacia tiene muchos puntos en común con las matemáticas y la programación (2). Se trata nuevamente de la aplicación del principio de economía en el pensamiento científico, o sea en el pensamiento: «comunicar las ideas con un mínimo de reglas y con la mínima cantidad de texto», dejé dicho en mi artículo. Dejó bien sentado Jespersen. Aunque a mis críticos les parece «un dislate».

Dicen mis críticos que no tiene sentido hablar de la mayor eficacia de unas lenguas frente a otras, así como que el lenguaje es un fenómeno biológico. Eso es una contradicción evidente. ¿Creen que Darwin no tiene razón? ¿Por qué hay lenguas muertas? ¿Por qué hay otras en retroceso? ¿Niegan que haya componente lingüística alguna en ese fenómeno? Dicen que «no hay una lengua superior a otra». También que «en el plano científico todos los lenguajes tienen el mismo grado de riqueza, de corrección, de coherencia». Hay diversas escuelas de lingüistas, ya se ve, pero unas más científicas que otras. Mis críticos deben pertenecer a la verdadera, a la única verdadera. Para ellos el concepto de eficacia, como los demás que yo manejo, no tienen el menor fundamento científico. Sus aseveraciones sí. Juzgue el lector. En otro pasaje dicen: «El lenguaje humano está tan bien diseñado (por Dios o por la naturaleza) que no hay riesgo de incomunicación». Menos mal que ellos mismos confiesan: «Sabemos lo chocante que puede resultar esto que decimos». En efecto choca frontalmente con el sentido común y, sobre todo, con el método científico.

Abundando en este tipo de apreciaciones dicen mis críticos que «echar en falta la flexibilidad morfológica del inglés es un disparate». Les respondo con una frase del comentarista de «barrapunto» que me descalificó de forma absoluta: «el inglés es un buen ejemplo de flexibilidad y capacidad para crear palabras y para incorporar términos, da igual del idioma que provengan. El inglés es como de goma, y eso le hace fuerte, ...». También este comentarista es lingüista. Pónganse de acuerdo.

En relación al uso eficaz de la lengua por los buenos literatos mis críticos me descubren una veleidad insospechada, la de «teórico de la literatura». Ni mi amigo Francisco Rico, también mencionado por mis críticos en sus comentarios, se percató de esta faceta mía en la tertulia de San Cugat del Vallés. Es todo un descubrimiento. También me descubren como «desconsolado príncipe de las letras». Les aseguro que desconsolado no. Príncipe tampoco, ni de las letras ni de nada. De ese corte son los numerosos «descubrimientos» que me alumbran, como «atormentado aprendiz de filólogo». Humildemente confieso que aprendiz sí, pero no atormentado sino dichoso (3). No sigo. Penoso.

Lo que no me han detectado es cierto olfato para descubrir la petulancia. Será por los años. Dicen que compilador es un neologismo y ordenador un préstamo. ¿Me quieren decir cuál es la diferencia? ¿Es ésta una muestra de la ciencia lingüística aplicada a la informática? Hay escritores que escriben correctamente desde el punto de vista gramatical, pero que no convencen debido, por una parte, a ciertos prejuicios que les oscurecen la visión imparcial de las cosas y, por otra, a su total convencimiento de posesión de la verdad. Es éste un tipo de uso incorrecto del lenguaje cuyo grado de incorrección es directamente proporcional al grado de autosatisfacción e inversamente proporcional al grado de delicadeza con que se expresan las subjetivas apreciaciones. De esta manera se erigen en inquisidores, dueños de la verdad absoluta, investidos de la gracia de juzgar y sancionar sin apelación. Como la Santa Inquisición, nos dan lecciones, imparten doctrina y acusan en falso. Pero ¿qué iglesia les ha conferido tales poderes?
 

4. Inquisición sin causa

Mis críticos también deducen por su cuenta que mi preocupación por el uso correcto y la cohesión de la lengua en el contexto informático, así como el deseo de que el español se enriquezca para ser más eficaz en ese contexto, son un intento de imponer una normativa academicista y conservadora. Nada más lejos de mi intención. Como muestra entresaco una frase de mi artículo: «Se deben flexibilizar las reglas de nuestra lengua ...». Creo que de una lectura atenta y objetiva de mi artículo no se deduce la voluntad, ni declarada ni implícita, de imponer una normativa artificial e innecesaria, como me achacan, sin fundamento, mis críticos.

Les agradezco a mis comentaristas la atención que han prestado a mis apreciaciones, debida tanto a mi audacia(sin complejos)al escribir sobre la lengua sin ser lingüista como a sus conocimientos lingüísticos, que reconozco y aprecio. También me ha gustado la corrección con que se expresan, que es de agradecer por lo infrecuente. Debido a ese conocimiento se me tacha hasta de «violar las reglas que le preocupan», aunque admiten que las «'aberraciones' del profesor Vaquero no impiden finalmente que comprendamos sus palabras». Agradezco profundamente el inmerecido esfuerzo que les ha costado entender mis palabras, que no comprenderme. He de confesar que esas reglas no me preocupan desde que me sentí adulto porque hablaba y escribía sin tener que recordarlas, ni tengo el menor complejo ante lingüistas. Es más, trabajo codo a codo con ellos habitualmente (4). Pero parece que mis críticos buscasen el dejar solos a los lingüistas en la tarea de interesarse por la lengua. ¿Es eso lo que quieren? Si no, ¿cuál es la intención de la frase sin sentido propio» que el lenguaje se ocupe del lenguaje»? ¿Que yo no me ocupe? ¿Que no nos ocupemos en el grupo «Lengua e Informática»? ¿Quizá que sólo se ocupen ellos? ¿Quiénes? ¿Los autodenominados lingüistas? ¿Los de la única verdadera escuela? ¿Nadie, como parece indicar su aseveración? Pues no, cuando se habla de arquitectura han de hablar los arquitectos, de química los químicos y de informática los informáticos, pese a quien pese. Todo el que me conoce sabe que vengo postulando por la coordinación entre informáticos y lingüistas desde hace decenas de años. Pero en España es difícil y, lo puedo asegurar, no por culpa de los técnicos, quiero decir de los informáticos, en la mayoría de los casos, como éste que nos ocupa, en donde no se busca complementariedad sino exclusión por descalificación. Muy objetivo y muy científico.

Mis inquisidores se equivocan en su premisa mayor: «La lengua, como el software, como todo, vive mejor y evoluciona de un modo mucho más saludable en libertad». De nuevo la palabra libertad usada alegremente. Del lenguaje ya nos hemos ocupado. Por lo que se refiere al software, es una aseveración totalmente falsa. Si algo ha de caracterizar la calidad del software es la disciplina, como sabe cualquiera con un mínimo conocimiento de informática. Creen mis críticos que es igual de fácil «parchear» el lenguaje que «parchear» el software libre. Sólo estoy de acuerdo con ellos cuando dicen que el software no debería tener propietarios. Pero el software libre, sin dueño, como todo software, ha de producirse con una rígida disciplina, tanto intelectual como de equipo. La libertad de hacer software sin más disciplina que su rentabilidad empresarial nos trajo el Efecto 2000. A mí me ha caído, amable lector, este Efecto 2000 que tú también estás padeciendo. Aunque he de confesar que, a pesar de la tristeza de ver emplear tanto esfuerzo inútil, he tenido la satisfacción de poder reafirmarme en mis ideas con estas nuevas reflexiones forzadas por las acusaciones de mis inquisidores. De nuevo gracias.
 

5. La lengua es de todos

En fin, así como de lengua parece ser que sólo pueden hablar los lingüistas, de informática puede hablar cualquiera. ¡Pues qué bien! La lengua es una cosa de especialistas y la informática no. Sabiendo de lengua ya se puede hablar de cualquier materia. Sabiendo de pedagogía ya se puede enseñar cualquier materia. Son dos «ideas» análogas que han producido un gran daño en la formación de los españolitos. No y mil veces no. La lengua es de todos y la tenemos que cuidar entre todos. Reitero, «las alarmas del profesor» están justificadísimas.

Termino con una frase de Carmen Ugarte, entresacada de sus comentarios en «barrapunto», porque condensa de forma sencilla el mensaje que quise transmitir con mi artículo: «... no nos debemos dejar llevar por lo fácil, sobre todo cuando se trata de consagrar palabras fuera de la conversación espontánea y estamos hablando de utilizarlas en productos, en manuales, en sitios más permanentes, ... ».
 

6. Bibliografía

(1) O. Jespersen; Language, its Nature,Development and Origin. G.Allen&Unwin, London, 1954.

(2) P. Naur; «Programming Languages, Natural Languages, and Mathematics». Comm. Of the ACM, Vol. 18 N.12, 1975.

(3) Del testamento espiritual de Benigno Vaquero: «Amar para aprender y aprender para amar».

(4) A. Vaquero&D. Farwell; «An Analysis of Spanish in the Field of Information and Communication Technologies». LASSO XXVIII. Linguistic Association of the Southwest. San Antonio, Texas.1-3 Octubre,1999.
 

Nota del autor

No he caído en la fácil provocación del estilo tabernario empleado por mis comentaristas, a pesar de que han puesto el cuello en el
filo del hacha. Para mí no es un placer herir. Pero considero imperdonable que una revista técnica haya prestado sus páginas para lanzar ataques personales sin fundamento. Por lo tanto, para impedir lo que debo calificar como uso irresponsable de una libertad de expresión mal entendida, como socio de la ATI exijo una vigilancia estricta para dar cabida en Novática solamente a opiniones técnicas sobre contenidos técnicos y jamás a consideraciones subjetivas sobre aspectos personales.

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