CONSIDERACIONES SOBRE LA UTILIZACIÓN DEL EURO EN LAS PYMES

 

Autor

 

Miguel Ángel Bueno Sánchez

Departamento de Contabilidad y Fiscal

Atr3s software, S.A.

mabs@ati.es

Socio de ATI número 8950

 

Introducción

 

Mucho se ha hablado y escrito hasta el momento sobre los inconvenientes y problemas que causará el cambio de moneda de trabajo al que nos enfrentamos en los años venideros, de las ventajas de una unión monetaria internacional y de sus beneficios para los ciudadanos y para la economía, tanto global como local.

Sin embargo, la aplicación de ese cambio de moneda plantea actualmente un interrogante que, presumiblemente, se resolverá realmente de forma dramática en un período de tiempo muy corto: ¿cuándo comenzará a popularizarse la utilización del euro como moneda de trabajo?.

 

Situación actual

 

Como todos sabemos, las autoridades económicas de la Unión Europea han establecido un plazo de adaptación a la nueva moneda más o menos holgado.

Recordemos que el euro, como moneda de curso corriente para los ciudadanos de la U.E., no será efectivo hasta el día 1 de enero del 2002, a pesar de que se haya popularizado su utilización (meramente informativa, eso sí), como algo añadido a los carteles que indican el precio de los productos o servicios, o a los albaranes y facturas.

A parte de esta utilización, que podríamos llamar "decorativa" (aunque pretende ser instructiva), en la vida del ciudadano de a pie el euro no provoca más desasosiego que el de comprobar cómo las entidades bancarias y las de inversión nos abordan con publicidad sobre sus productos financieros en euros.

Esta especie de apatía se hace extensiva a las PYMES, esas miles de pequeñas y medianas empresas que tanta importancia tienen en la economía de este país. Y es que para el bar de la esquina o el dentista de enfrente ¿qué sentido tiene llevar sus libros, emitir facturas o entregar sus impuestos en euros?. Ninguno: Dado que prácticamente nadie trabaja con euros, para qué complicarse siendo los únicos de su entorno económico que trabaja en euros.

Evidentemente sí hay empresas que ya trabajan en euros: aquellas que obtienen algún beneficio de su utilización, como pueden ser por ejemplo, empresas que trabajen en varios países de la U.E. y que han visto en el euro el camino por el cual pueden olvidarse de los quebraderos de cabeza de trabajar con diferentes divisas en la propia contabilidad interna, ya que al unificar la moneda, no hay errores de cambio al consolidar la contabilidad de la sede de Alemania con la de Holanda, ni con la de Grecia, ni con la de España, ... Sin embargo, aun así estos casos son minoritarios, y casi siempre suceden en el grupo de las consideradas Grandes Empresas.

Así pues, la pregunta del millón para una PYME es: ¿cuándo será el momento ideal para pasar mi contabilidad y mi facturación a euros? Para contestarla hace falta tener en cuenta algunos factores condicionantes:

- la fecha límite de caducidad de la moneda nacional.

- la fecha de puesta en circulación del euro.

- el momento en que mis clientes me empezarán a exigir facturas en euros.

- el momento en que mis proveedores comenzarán a presentarme facturas en euros.

- la educación del personal administrativo para trabajar con la nueva moneda.

- la fecha en la que Hacienda me permita presentar mis impuestos en euros.

 

Fechas críticas

 

A mediados del año 2002 se dejarán de utilizar oficialmente las monedas nacionales de los países integrantes de la unión monetaria. Esto significa que a partir de esa fecha no podrán realizarse transacciones económicas de ningún tipo en pesetas, marcos, francos, ...

Evidentemente para un contable no tiene sentido llevar la contabilidad de un ejercicio en una moneda durante medio año y en otra durante el resto, dado que eso causaría múltiples problemas en el control del saldo de las cuentas ¿cómo se interpretaría un balance acumulado o un extracto expresados en dos unidades monetarias? Parece que no es buena idea esperar a que la obligación de no trabajar con una moneda sea efectiva para realizar el cambio.

 

Por contra, el día 1 de enero de ese mismo año entra en vigor el euro como moneda de curso corriente. Eso significa que únicamente a partir de esa fecha podrá el ciudadano de a pie encontrarse con monedas y billetes de esa divisa en el bolsillo, y podrá entonces adquirir productos y servicios con ellos. Al coincidir esa fecha con el primer día de un año natural, con el primer día de un ejercicio fiscal y, en la gran mayoría de los casos, con el primer día de un ejercicio contable, será un buen momento para empezar a operar con euros.

 

Clientes y proveedores

 

Nuestra empresa no es un ente aislado: tiene clientes y proveedores. Si éstos son nacionales, podemos estar seguros que se encontrarán exactamente con la misma problemática que nosotros con respecto al euro. Y si son de otros países de la unión monetaria, también.

Las únicas excepciones son los clientes y proveedores de aquellos países que no se integran en la zona del euro. Con ellos, el tratamiento a seguir deberá ser exactamente el mismo que utilizábamos hasta ahora, con la diferencia que las transacciones que se realizasen en pesetas (si se realizaba alguna) deberán hacerse ahora en euros.

Dado que para las PYMES lo más normal es encontrarse con clientes y proveedores nacionales ¿para qué voy a complicar a mis clientes emitiendo facturas o talones en euros cuando ellos trabajan con la divisa nacional? Igualmente ¿no sería una molestia para mí que un proveedor me enviase una factura expresada en euros cuando yo trabajo en pesetas?.

En el caso de clientes y proveedores de la zona del euro aparece la única ventaja de utilizar esa moneda ya que, al menos de forma aparente, todos utilizaríamos el mismo "lenguaje". Sin embargo, puede ser más cómodo trabajar con las divisas nacionales y hacer la conversión una sola vez (al emitir o al recibir la factura: de peseta a marco) dado que sería la mecánica a la que actualmente se está acostumbrado, que tener que hacer la conversión dos veces (al emitir: de peseta a euro; al recibir: de euro a marco).

Evidentemente, los programas informáticos de contabilidad y facturación actuales ya soportan (en su mayoría, y con más o menos comodidad y agilidad) conversiones en ambos sentidos, pero no deja de ser una molestia adicional para los administrativos y contables tener que acordarse de que a unos clientes hay que "tratarlos en euros" y a otros no.

 

Administración interna

 

En el caso de España, el cambio de peseta a euro implica un cambio en la mentalidad de las personas respecto al valor de los productos y servicios. Sí, hay que dividir un importe en pesetas entre 166,386 y se obtiene el valor en euros, pero que algo que antes valía 500 ahora valga 3 es algo que costará de asumir. Creo que se venderán muchas calculadoras de bolsillo.

Las empresas tienen una mentalidad conservadora por lo menos en lo que se refiere a sus procesos internos de gestión: con la propia contabilidad no se juega ya que las consecuencias pueden ser catastróficas, y es mejor seguir trabajando como hasta ahora (que bastantes problemas ya tenemos) antes que aventurarse a cambiar la unidad de trabajo, cuando ésto implica que hay que enseñar a los contables y administrativos que lo que para los clientes y proveedores es 500, para la empresa es 3. Sin embargo, tarde o temprano habrá que hacerlo, es verdad, pero aún hay plazo para ello y es mejor esperar.

Fiscalidad

 

El tratamiento fiscal del euro no difiere (no debe diferir) del de la peseta. Sin embargo sí hay algún matiz, que poco a poco se irá subsanando, pero que actualmente es determinante en la no popularización del euro como moneda de trabajo de contables y administrativos.

Y es que, actualmente, el Ministerio de Economía y Hacienda permite la utilización del euro como moneda contable y fiscal únicamente a empresas sujetas al Impuesto sobre Sociedades. Esto lo ha hecho mediante mandatos que:

- exigen que una empresa que presente alguno de sus libros oficiales o alguno de sus impuestos en euros, tenga que presentarlos todos en euros a partir de ese momento, sin posibilidad de vuelta atrás.

- permiten presentar en euros únicamente los balances contables, los libros de facturas y los impresos oficiales que presentan las empresas sujetas al Impuesto sobre Sociedades: declaraciones de IVA y el propio Impuesto sobre Sociedades.

- no permiten presentar en euros los libros registros ni los impresos oficiales de empresarios y profesionales sujetos a la Ley de Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas: declaraciones de IVA, retenciones e IRPF.

 

Ya que el colectivo de empresarios y profesionales sujetos al IRPF engloba a la gran mayoría de las PYMES españolas, Hacienda está postergando la utilización del euro a nivel general, y está utilizando a las empresas sujetas al Impuesto sobre Sociedades como campo de pruebas para establecer los mecanismos que necesitará para gestionar a nivel interno la duplicidad de monedas y los novedosos dos decimales del euro.

Como ejemplo, indicar que los modelos oficiales de declaraciones en pesetas y en euros tienen el mismo número identificador, y un aspecto idéntico (salvo una franja lateral que indica que el impreso es en euros), pero Hacienda ha asignado a éstos últimos un número identificador diferente, de uso totalmente interno, para diferenciar unos de otros. Así, el modelo de declaración del IVA 303 (en euros) es un duplicado del clásico modelo 300 (en pesetas), pero válido únicamente con importes expresados en la nueva moneda.

Esta posición por parte de Hacienda parece que no va a cambiar en los próximos meses, ya que los cambios a realizar en los procesos de gestión para adaptarse al euro son muy importantes también para la Agencia Tributaria, y se ha optado por hacerlos paso a paso: estableciendo primero un "grupo de control" y ver qué se necesita para poner en marcha la maquinaria que soporte el cambio. Más tarde, una vez analizadas las necesidades y establecidos los mecanismos, ya se permitirá el uso extensivo y generalizado.

 

Soluciones informáticas: coincidencia con el "efecto año 2000"

 

Prácticamente todas las empresas disponen actualmente de los programas de gestión adaptados al euro y al año 2000. La coincidencia en un período relativamente pequeño de tiempo de ambos problemas ha provocado que en los últimos meses se haya vivido un espectacular aumento de las ventas de programas de este tipo que vienen a substituir a los obsoletos.

Algunas empresas aprovechan las circunstancias para cambiar de proveedor, para buscar otro más competitivo o que dé mejor servicio o prestaciones que aquel al que están acostumbrados (o atados): ya que hay que poner al día al personal de administración, a veces es mejor renovar del todo.

Pero como los programas son más modernos, no necesariamente tienen que funcionar en los equipos antiguos, lo cual provoca también que muchas empresas, sobre todo pequeñas, tengan que renovar sus ordenadores, redes, impresoras, comunicaciones... que en algunos casos suponen un gran esfuerzo económico que las empresas no siempre son capaces de asumir, a pesar de la bajada de precios generalizada del sector de los últimos tiempos.

Los compradores de programas de gestión exigen que el problema del "efecto año 2000" esté solucionado, ya que es algo inmediato que van a necesitar de aquí a poco meses. La utilización del euro también la exigen, aunque en realidad la gran mayoría no lo van a usar en un futuro inmediato. Eso sí, lo quieren porque: ¿y si me llega una factura en euros?, porque todos sus colegas lo tienen, porque no se concibe un programa nuevo sin euros, etc ... Pero en realidad inicialmente lo utilizarán para "curiosear" un poco y luego se concentrará en su trabajo y se olvidarán de ello hasta el día en que de verdad lo necesiten (de hecho, está sucediendo ya).

Sin embargo, para las empresas desarrolladoras de programas de gestión el hecho de tener que adaptar sus programas para que trabajen en euros ha sido obligatorio. Soportar el euro no es motivo de prestigio (todos lo hacen), pero no soportarlo sí es motivo de desprestigio y de pérdida de clientes, y eso no puede permitirse en un mercado tan duro y competitivo como el de las aplicaciones de gestión.

Cómo se soporta el euro es harina de otro costal. Cada fabricante ha optado por la solución que consideraba más adecuada según su visión del mercado, y el tiempo y los clientes decidirán, cuando esa característica deba utilizarse en toda su magnitud, quién ha acertado y quién no.

Desde el punto de vista de los sistemas de información, las diferentes soluciones al problema del euro están sobre la mesa, y el usuario puede utilizarlas cuando la necesite.

 

Conclusiones

 

A la vista de todo esto, parece claro que las PYMES trabajarán en euros cuando podamos empezar a tenerlos en la palma de la mano, es decir, cuando sean de curso corriente, y cuando las leyes nos lo permitan, por supuesto.

Basándonos en la coincidencia de todo lo anteriormente expuesto, podemos aventurar que se establece una fecha crítica que será la de la "gran conversión" de las contabilidades y facturaciones (de la moneda de trabajo en definitiva) de las diferentes divisas nacionales al euro, no únicamente en España, sino en toda la zona del euro: Las empresas aprovecharán la apertura del ejercicio contable y fiscal para hacer el cambio de moneda. Ese día será el 1 de enero del año 2002.

A partir de ese momento se verá realmente qué empresas han sabido adaptarse y qué empresas no, teniendo en cuenta que "adaptarse" no se refiere únicamente a comprar un programa de gestión que trate indistintamente pesetas y euros, sino a acostumbrar a toda la estructura administrativa de la empresa a trabajar con euros, a contar en euros, a relacionarse con clientes y proveedores en euros. En definitiva, a vivir en euros tal y como hasta ahora hemos vivido en pesetas, en marcos, en francos, ...

 

Y después ¿qué?

 

La popularización del euro como moneda implicará un aumento de la competencia, sobre todo en las empresas y negocios situados en las actuales zonas fronterizas entre países de la Unión Monetaria y en zonas turísticas e industriales, ya que cualquiera podrá ver con total claridad si los precios en un país son más competitivos que los de otro.

Este aumento de la competencia forzará a replantear las estructuras de las organizaciones, tanto grandes como pequeñas, para adaptarse a la nueva situación: realización de inversiones, ampliación de áreas de negocio, búsqueda de nuevos mercados, adaptación de los productos, reestructuraciones de personal, búsqueda de mayor calidad y mejor servicio, etc... que derivarán en éxitos o fracasos según se consiga sobrevivir o no al proceso.

Tal vez sea éste el verdadero reto de las empresas a superar en los próximos años, y no la mera conversión de los procesos administrativos al trabajo con euros.